EL ESPIRITU DERRAMADO Y EL MORADOR
En Hechos 8:14-17 se relata que los apóstoles les impusieron las manos a unos samaritanos que ya habían sido bautizados con el propósito de que recibiesen el Espíritu Santo, porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos. Sin embargo Hechos 2:38 dice que al bautizarnos recibimos el Espíritu Santo, lo que parece una contradicción ¿Se recibe o no se recibe el Espíritu Santo en el bautismo? Claro que se recibe, lo que sucede es hay dos manifestaciones del Espíritu Santo: el Espíritu morador y el Espíritu derramado.
En Hechos 8:14-17 se relata que los apóstoles les impusieron las manos a unos samaritanos que ya habían sido bautizados con el propósito de que recibiesen el Espíritu Santo, porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos. Sin embargo Hechos 2:38 dice que al bautizarnos recibimos el Espíritu Santo, lo que parece una contradicción ¿Se recibe o no se recibe el Espíritu Santo en el bautismo? Claro que se recibe, lo que sucede es hay dos manifestaciones del Espíritu Santo: el Espíritu morador y el Espíritu derramado.
Hechos 2:38 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Cuando una persona se bautiza, recibe el don del Espíritu Santo, en singular, lo que significa que el Espíritu Santo viene a morar a su espíritu:
1 Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Romanos 8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
Juan 4:4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
El Espíritu Santo está dentro de todo creyente bautizado. Lo que le confirma que está en Cristo y que lo ungió, es Dios, el cual también lo ha sellado, y le ha dado las arras del Espíritu en su corazón. (1 Corintios 1:21-22). El Espíritu morador es ese sello.
Juan 14:16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 14:17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros
Jesús les dijo a los apóstoles que el Espíritu Santo moraba en ellos, y que muy pronto estaría en ellos. El Espíritu Santo moraba en ellos, pero no habían recibido el Espíritu derramado.
Hechos 1:4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 1:5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Jesús les dio la indicación a los apóstoles de que no fueran a predicar sino hasta que viniese sobre ellos el Espíritu derramado, el cual les daría poder. El Espíritu morador asegura nuestra salvación, pero el Espíritu derramado nos da poder.
Hechos 2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2:2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 2:3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
En este pasaje vemos como se cumplió la promesa del Espíritu derramado sobre los apóstoles, entonces todos comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Ahora, cuando la palabra de Dios habla de Bautismo en el Espíritu y de llenura del Espíritu, siempre está haciendo referencia al Espíritu derramado. Más adelante dice:
Hechos 2:;14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos lo que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque estos no estaban ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda la carne.
Aquí vemos claramente que lo que vino sobre ellos fue el Espíritu Santo derramado. Cuando recibimos el don del Espíritu Santo en singular, es porque recibimos el Espíritu morador, pero cuando recibimos dones en plural es porque recibimos el Espíritu derramado en sus diferentes manifestaciones.
Es importante hacer una distinción entre ambas facetas. En el Antiguo Testamento, unos pocos hombres de Dios, tuvieron la oportunidad de recibir el Espíritu Santo derramado. Descendió sobre ellos para que realizaran ciertas tareas específicas. En el Nuevo Testamento, todos los creyentes bautizados tienen la oportunidad de recibirlo.
Hechos 2:32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 2:33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. 2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Una vez que Jesús ascendió a los cielos, fue exaltado por la diestra de Dios y como consecuencia el Espíritu Santo fue derramado.
Porque Jesús murió en la Cruz fui perdonado, porque Jesús resucitó de los muertos es que recibo el Espíritu Santo morador, porque Jesús fue exaltado es que recibo el Espíritu Santo derramado.
Génesis 45:26 Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía. 45:27 Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió.
José, hijo de Jacob, fue vendido, encarcelado y luego exaltado como el segundo en Egipto. Su padre lo hacía por muerto y no fue sino hasta que vio los carros que José envió, que Jacob tuvo la certeza de que José estaba vivo y de su exaltación en Egipto. La prueba de que José estuviera vivo y exaltado fueron los carros, los cuales simbolizan el Espíritu Santo derramado.
La prueba de que Jesús fue exaltado es el derramamiento del Espíritu Santo. Ahora, Jesús derramó su sangre y yo fui perdonado, entonces si Jesús fue exaltado yo debo recibir el Espíritu derramado.
Para recibir el Espíritu derramado no necesitamos ningún esfuerzo ni mucha oración, simplemente debemos apropiarnos del mismo mediante la fe, creyendo que Jesús fue exaltado y por lo tanto el Espíritu se debe derramar sobre nosotros, al igual que se recibe el perdón al creer que Jesús murió por nosotros.
Todos los dones espirituales se reciben gratuitamente y por fe pero se requiere de nosotros que cumplamos ciertas condiciones. Para recibir el Espíritu Santo morador se necesita creer y bautizarse (Marcos 16:16, Hechos 2:38), es lo que Jesús llamó tener un nuevo nacimiento (Juan 3:3-5) o sea ser sepultado y resucitado con Cristo en el bautismo.
De igual manera, para recibir el Espíritu Santo derramado necesitamos creer y cumplir algunas condiciones:
Romanos 6:13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Además de creer, debemos entregarle nuestros cuerpos a Dios como instrumentos de justicia, de manera sincera y de corazón. Dios no le va a dar dones a quienes no estén interesados en el servicio del Ministerio de la reconciliación.
LA IMPORTANCIA DEL ESPIRITU DERRAMADO
Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra
Hechos 4:33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
Hechos 5:12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.
Cuando el Espíritu Santo se derrama sobre nosotros, recibimos poder para testificar, para predicar, para entender y enseñar la palabra de Dios y hasta para hacer señales y prodigios. Aquel Pedro que negó a Jesús y huyó despavorido cuando Jesús fue detenido, se convirtió en un hombre valiente, incapaz de negar al Señor, que no le tenía miedo ni a la cárcel, ni a la muerte. El Espíritu de cobardía desaparece y aparece un espíritu de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7)
Podemos hablar en lenguas, lo cual es muy importante porque damos el control de la lengua al Espíritu Santo para que ore por nosotros cuando no sabemos cómo hacerlo:
Romanos 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 8:27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Esta es quizás la faceta más importante del hablar u orar en lenguas. El Espíritu Santo conoce la voluntad de Dios y pide por nosotros.
1 Corintios 12:7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
Al recibir el Espíritu derramado, podemos recibir palabra de sabiduría o de ciencia.
1 Corintios 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu, a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
También podemos recibir don de sanidades, de profecía, de discernimiento de espíritus, de diversos géneros de lenguas (idiomas) e interpretación de lenguas.
Romanos 12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 12:7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 12:8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
También dones de servicio, de enseñanza, de exhortación, de repartición, de presidir y de misericordia.
Efesios 4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 4:12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
A través del derramamiento del Espíritu Santo, recibimos dones para evangelizar, para pastorear y para enseñar. Y el propósito de esos dones es para perfeccionarnos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Al recibir el Espíritu morador, recibimos la salvación, ya no le tememos a la muerte, nuestra vida cambia, podemos vencer el pecado y la tentación, y entender claramente la palabra de Dios. Nos llenamos de amor, de poder, de dominio propio, además de la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). El Espíritu morador se manifiesta en nosotros de manera interna, nos cambia por dentro, es lo que otros no ven, toma el control de la persona cuando ésta se lo permite y hace un cambio grande en ella, aunque ese cambio interno produce un cambio externo en nuestras vidas.
Gálatas 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Ese es el fruto del Espíritu morador que se manifiesta externamente en nosotros. El produce en nosotros amor, paz, gozo, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
El Espíritu Santo derramado es el que se manifiesta siempre externamente en los milagros, en una fe mayor, en el testificar, en el hablar, en el poder externo, lo que otros ven, ese es el Espíritu derramado.
Cuando vemos a Cristo exaltado, experimentamos el poder del Espíritu Santo derramado. Cuando veamos a Jesús como Señor o conductor de nuestras vidas, experimentaremos el poder del Espíritu Santo en nosotros.
Hay que entender que tener el Espíritu Santo dentro de nosotros es tener al Dios vivo. Tenemos dentro de nosotros una persona que tiene el poder para resolver cualquier demanda de toda circunstancia, hay poder para que tiemble el universo, es Jesús dentro de nosotros. Todo el afán y la preocupación de nosotros cesaría cuando abramos los ojos para ver el tesoro que tenemos dentro.
Una vez que nos demos cuenta de que somos morada de Dios, nos damos cuenta de que no somos nuestros. La diferencia entre cristianos victoriosos y cristianos derrotados no es que unos tienen el Espíritu Santo y otros no, es que algunos reconocen el señorío de Cristo en sus vidas y otros no. Algunos han sido revelados y otros no. Si no le damos absoluta autoridad al Espíritu Santo en nuestras vidas, Él estará presente pero no con poder. Si por el contrario le dejamos tomar el control, veremos los frutos.
UN IMPEDIMENTO
2 Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Cristo murió por todos nosotros, para que nosotros vivamos para él, que murió y resucitó por nosotros. Si usted no vive para Cristo, no espere que haya grandes manifestaciones externas del Espíritu en su vida.
Mateo 7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
Aunque este pasaje suena muy duro, es una realidad espiritual, Dios no desperdicia los dones en aquellos que no tienen el corazón dispuesto para servirle y que no van a hacer buen uso de ellos.
Hechos 10:44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 10:45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. 10:46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. 10:47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? 10:48 Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
Para terminar tenemos este pasaje que causa controversia en algunos estudiosos de la Biblia. En el mismo vemos como algunos gentiles hablaron en lenguas sin haber sido bautizados. Por esta causa, esos estudiosos afirman que no es necesario bautizarse para recibir el don del Espíritu Santo ni la salvación.
Si vamos al verso 45 vemos que lo que vino sobre ellos fue el Espíritu Santo derramado y por eso hablaron en lenguas.
No es necesario ser salvo ni tener al Espíritu Santo morador para recibir dones. En el Viejo Testamento nadie tenía el Espíritu morador y sin embargo sobre algunos hombres de Dios vino el Espíritu derramado, para que esas personas cumplieran con algún propósito divino. Incluso Dios hizo que un asna tuviera el don del habla (Números 22:21-33) y esa asna no tenía el Espíritu Santo derramado.
En este caso, el propósito de Dios de derramar el Espíritu Santo sobre los gentiles, fue para que los judíos entendieran que la salvación no era solamente para ellos sino para todo aquel que creyera sin importar su nacionalidad. Enseguida vemos que Pedro los bautizó para que recibieran el Espíritu Santo morador y con ello la salvación.