LAS 70 SEMANAS DE DANIEL
Ningún científico puede predecirnos lo que nos espera en el futuro sino únicamente Dios, quien nos lo revela a través de las profecías. Hoy hablaremos de la profecía de las 70 semanas de Daniel.
Hace muchos siglos, los romanos invadieron Israel, destruyeron la ciudad de Jerusalén y el templo y los judíos fueron tomados como esclavos. Ante tal panorama, Daniel le pidió a Dios que le revelara el futuro de su pueblo y Dios le dio la siguiente profecía:
Daniel 9:24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Dios le hizo ver a Daniel, que en 70 semanas se resolvería el futuro del pueblo de Israel y de la ciudad de Jerusalén; que al final de ese periodo terminaría la prevaricación, se pondría fin al pecado, se expiaría la iniquidad, se traería la justicia perdurable, se sellaría la visión, también la profecía y sería ungido el Santo de los Santos, en clara referencia a que nuestro Señor Jesucristo gobernaría el planeta.
Aunque esta profecía es sobre el pueblo de Israel, nos importa a todos, porque se revela no solamente el futuro de Israel sino el futuro de toda la humanidad.
Pero pasaron 70 semanas (un poco más de cinco años) y no se terminó la prevaricación, no se puso fin al pecado, no se expió la iniquidad ni se trajo la justicia perdurable. Tampoco ha venido Jesús a gobernar. ¿Falló la profecía? Claro que no, lo que sucede es que Dios estaba hablando de semanas de años. Cada semana serían 7 años para un total de 490 años. Bueno, pero ya pasaron 490 años y tampoco ha sucedido lo prometido. ¿Falló la profecía? Claro que no, la profecía no ha fallado, ya se cumplió en casi su totalidad, pero hay algo que debemos saber y entender.
SABE PUES Y ENTIENDE
Daniel 9:25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 9:26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
La profecía dice “sabe, pues, y entiende” ¿Qué es lo que hay que saber y entender? Que la profecía está dividida en tres periodos: Un primer periodo de 7 semanas que se describe en el versículo 25, un segundo periodo de 62 semanas que se describe en el mismo versículo 25 y un tercer periodo de 1 semana que se describe en el versículo 27. El versículo 26 nos relata lo que sucederá entre el segundo y el tercer periodo, sin especificar un tiempo. Analicemos los detalles:
EL PRIMER PERIODO
Daniel 9:25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
El primer periodo de 7 semanas daría inició cuando saliera una orden para restaurar y edificar Jerusalén. Pues bien, ese decreto lo emitió Artarjerjes (Nehemías 2:1-8) en el año 444 A.C., concretamente en el mes de Nisán, que es el primer mes en el calendario Judío y equivale a Marzo/Abril. Según los entendidos, el decreto se dio el 5 de marzo del año 444 A.C.
Y tal y como estaba profetizado sucedió. La reconstrucción duró 1 semana (49 años). De acuerdo con la profecía, inmediatamente después que se terminara la reconstrucción iniciaría el segundo periodo de 62 semanas. (434 años) que culminarían con el Mesías Príncipe.
A esos 7 años del primer periodo le sumamos los 434 años del segundo periodo que llegan hasta el Mesías y sumamos 483 (69 semanas).
Como en aquella época los años eran años lunares de 360 días, debemos multiplicar esos 483 años por 360 días. El resultado es de 173.880 días y según los científicos esto nos lleva al día 30 de marzo del año 33 d.C. ¿Qué sucedió ese día? Ese día, nuestro señor Jesucristo, entró a Jerusalén, montado sobre un asno y los judíos lo aclamaron como el Mesías (Juan 12:12-16).
“Hasta el Mesías príncipe”, de la profecía, no apuntaba ni al nacimiento ni a la muerte de Jesús, sino al día en que nuestro Señor fue aclamado por los judíos como su Mesías. Entonces, el segundo periodo de la profecía terminó con la proclamación de Jesús como Mesías de manera exacta e inequívoca.
DESPUES DEL SEGUNDO PERIODO
Daniel 9:26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
El versículo 26 nos detalla lo que sucedería entre el segundo y el tercer periodo de la profecía. No especifica un tiempo, solamente detalla lo que sucedería en ese tiempo. Dice que después de finalizado el segundo periodo se sucederían dos eventos importantes: 1) se le quitaría la vida al Mesías y 2) Jerusalén y el Templo serían nuevamente destruidos por el pueblo de un príncipe que ha de venir.
A Jesús le quitaron la vida, el 3 de abril del año 33 D.C, cuatro días después de que fue aclamado como el Mesías. Mientras tanto, Jerusalén y el templo fueron destruidos en el año 70 D.C. por los romanos. Consecuentemente, el pueblo judío fue esparcido por el mundo.
Como pueden ver, los dos sucesos de la profecía que se sucedería entre el segundo y tercer periodo, también se cumplieron al pie de la letra.
Pero hay algo más, la profecía nos habla de “un príncipe que ha de venir”. Si ha de venir, es un suceso futuro. Y ese príncipe tiene sangre romana, porque su pueblo es el pueblo que destruyó Jerusalén, y ese pueblo es el pueblo romano.
Y la profecía agrega que el fin de ese príncipe será con inundación y hasta el fin de la guerra durarían esas devastaciones. ¿Cuándo será eso? No lo sabemos exactamente, lo que sabemos es que la aparición de ese príncipe daría inicio al tercer periodo de la profecía:
EL TERCER PERIODO
Daniel 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
El tercer y último periodo de la profecía está pendiente, es un periodo de una semana (7 años), que se iniciaría con la aparición del “príncipe que ha de venir” un príncipe desolador que será derrotado al final de esos 7 años por el propio Jesucristo.
Habrá un sobresaliente político que intermediará entre Israel y sus enemigos, para lograr un pacto de paz entre Israel y sus enemigos ¿Cómo sabemos que es un pacto con Israel? Porque la profecía es sobre ese pueblo, aunque al final, toda la humanidad se vea afectada.
Tres años y medio después, esta persona se convertirá en un emperador mundial, en un tirano que gobernará el mundo por los siguientes cuarenta y dos meses (Apocalipsis 13:5).
El tercer periodo no podía dar inicio porque Israel como estado dejó de existir en el año 70 después de Cristo, año en que los judíos fueron esparcidos por el mundo. Pero hoy día, las cosas pintan diferente. El 18 de mayo de 1948 las Naciones Unidas declararon a Israel como nación y le otorgaron parte de Palestina como territorio. Israel existe de nuevo y el tercer periodo dará inicio en cualquier momento, específicamente cuando se confirme un pacto de paz con esta nación. ¿Por qué dice que se confirme? Porque es posible que antes de que se haga público ese pacto, ya hubo un pre pacto que no ha sido hecho público.
EL NUEVO IMPERIO
Israel ya existe, pero se necesita al príncipe. Y para que exista el príncipe, se necesita un imperio para ese príncipe. Lógicamente que ese imperio es el imperio romano que volverá a resurgir, es lo que se conoce como el nuevo orden mundial. Este imperio tiene dos historias: 1) La historia pasada, aquel imperio que gobernó el mundo del año 100 A.C. al año 476 D.C. y 2) La historia futura, que es su resurgimiento al final de los tiempos.
Ahora, aunque el imperio romano abarcó muchos países, su domicilio fue Roma. De igual manera, este imperio renovado, aunque esté compuesto de muchos países, tiene su origen en Roma. En 1957 y mediante el tratado de Roma nació la Unión Europea, conformada por 6 países ¿Le parece casual que se llame “tratado de Roma”? Luego se unieron otros países hasta llegar a 10 países en el año 1981. Con el tiempo, se han ido uniendo más países, hasta sumar 28, y hoy en día hay otros países cambiando la moneda para poder unirse a este gran imperio. En la actualidad la Unión Europea abarca el territorio que ocupaba el antiguo imperio romano y un poco más.
EL SUEÑO DE NABUCODONOSOR
La Biblia también nos cuenta que el Rey Nabucodonosor tuvo un sueño y que fue precisamente el profeta Daniel, la única persona en todo el imperio babilónico, que pudo descifrar el sueño, porque Dios se lo reveló.
Este rey vio una gran estatua con la imagen de un hombre, cuya cabeza era de oro; sus brazos y pecho de plata; su vientre y muslos de bronce; sus piernas, de hierro y una parte de sus pies de hierro y la otra de barro. Mientras la imagen seguía en pie, se desprendió una piedra de un monte e hirió a la imagen en los pies, entonces la imagen se desmenuzó y se la llevó el viento. Entonces, la piedra que hirió a la imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra. (Daniel 2:31-35). Daniel explica el significado del sueño:
Daniel 2:37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. 2:38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.
La gran imagen, simboliza cuatro imperios. El primero, representado por la cabeza de oro fue el imperio Babilónico de Nabucodonosor, personaje que tuvo el sueño y gobernaba en el tiempo de Daniel. Este imperio se destacó por cobrar los impuestos en oro, por eso es simbolizado por la cabeza de oro.
Daniel 2:39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.
El segundo imperio, el de la plata fue el imperio medo persa que siguió al de Nabucodonosor. Cabe notar que este imperio se destacó por cobrar los tributos en plata y no en oro como en el imperio babilónico, de allí que sea simbolizado por la plata.
El tercer imperio, el de bronce, fue el imperio griego de Alejandro Magno. Este imperio es simbolizado por el bronce, porque este fue el material por excelencia, que emplearon los griegos. De bronce eran sus instrumentos musicales, sus carruajes, sus vasijas, sus herramientas de trabajo, las puertas, sus armas de guerra, las estatuas, los utensilios de cocina, las armaduras, los muebles y accesorios. Por ejemplo, un soldado medo persa vestía un turbante, una túnica con mangas largas y pantalones; todo de tela, mientras que un soldado griego llevaba un casco de bronce, una coraza de bronce, un escudo de bronce y una espada de bronce.
Daniel 2:40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.
El cuarto imperio, el de hierro, es el imperio romano. Ningún imperio se mantuvo tanto en el poder como el romano. Todos sucumbían a sus tropas y su fuerza fue temida en buena parte de Asia y Europa durante cientos de años. Este férreo imperio que fuera considerado invencible durante tantos siglos lo identifica con la durabilidad del hierro. Además del hierro, no es coincidencia que sean las piernas de la estatua la que lo representen, porque el ejército romano fue famoso por sus caminatas. Es el que más caminatas ha realizado en toda la historia. En el año 395 D.C. el emperador Teodosio decidió repartir el imperio entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, razón por la cual el Imperio Romano se dividió en dos partes: El Imperio Romano de Oriente y el Imperio Romano de Occidente: las dos piernas de la imagen.
Daniel 2:41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. 2:42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. 2:43 Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. 2:44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.
Seguidamente, se habla de los pies de la estatua. Si bien es cierto, las piernas hacen referencia a la historia pasada del imperio romano, los pies se refieren a la historia futura de ese imperio.
Mientras que las piernas son de puro hierro, los pies son una mezcla de barro cocido y de hierro. El hierro simboliza lo fuerte, simboliza a Roma, mientras que el barro cocido simboliza a países débiles, que se mezclaron con Roma. Esa debilidad hizo que el imperio se dividiera. Esto sucedió en el año 476 D.C. En ese entonces, los bárbaros atacaron el imperio romano hasta dividirlo en diez partes o reinos: 1) los alemanes (Alemania), 2) los francos (Francia), 3) los burgundios (Suiza), 4) los suevos (Portugal), 5) los vándalos (África), 6) los visigodos (España), 7) los sajones (Gran Bretaña), 8) los lombardos (Italia), 9) los ostrogodos (Italia) y 10) los hérulos (Italia).
Daniel 7:23 Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. 7:24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.
Daniel tuvo un sueño, soñó con cuatro bestias que simbolizan los cuatro imperios de la estatua del sueño de Nabucodonosor. La cuarta bestia es el imperio romano. Este imperio renace de los 10 “cuernos” o reinos en que antiguamente fue dividido el imperio romano.
Se nos dice que uno de esos diez reinos derriba a tres para ser uno. Esto ya sucedió: el emperador Justiniano se unió al Papa, dando origen a un nuevo poder, que era diferente de los otros reinos. Era el "cesaro papista". De esta manera, el ejército de Justiniano, en cooperación con el papa, vencieron primero a los Hérulos, en 439 D.C., luego a los Vándalos en 533-534 D.C., y finalmente a los Ostrogodos, en 538 D.C. para convertirse en un solo reino: la Italia de hoy.
La profecía nos revela, que estos antiguos 10 reinos (los 10 dedos), hoy convertidos en 7 países, se aliarían para tener un imperio dominante. Nos está hablando de la unión europea, compuesta por esos países o reinos, que hoy se mezclaron nuevamente en la unión europea.
Daniel 2:44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.
En el sueño de Nabucodonosor, se menciona un último reino, que jamás será destruido, un reino que permanecerá para siempre. Es el reino de nuestro Señor Jesús, quien vendrá por segunda vez a la tierra, ya no como un humilde hombre que fue humillado y crucificado, sino como el Rey de reyes, el hijo de Dios todopoderoso que vendrá a gobernar la tierra para siempre. Este reino dará inicio luego de finalizada la última semana de la profecía. Esa es la piedra que cortó la imagen por los pies.
Tomemos en cuenta, que la unión europea tiene un congreso, un tribunal propio, una burocracia y una estructura de control sobre todos los estados miembros.
El Euro se convirtió en moneda oficial el 1 de enero de 2002 y el Franco francés, el marco alemán y otras divisas desaparecieron de la historia. Hay un pasaporte único en esta unión europea, que está en proceso de crear su propio ejército. Este nuevo imperio tiene su parlamento en Francia, Estrasburgo. Este parlamento es lo único que eligen todos los europeos de manera democrática, son los euro diputados que en el 2014 pasaron a ser más de 500. Y el edificio del parlamento es una semejanza de la antigua torre de babel.
Recordemos que los babilónicos tenían una sola lengua y quisieron tener un control sobre toda la población existente y quisieron hacer una torre para llegar al cielo. Debido a eso, Dios confundió sus lenguas para acabar con esa unión.
La unión Europea quiera que todos vuelvan a tener una sola lengua, es la lengua espiritual, una sola religión, es el ecumenismo religioso que el papa Francisco proclama a diestra y a siniestra. Es la torre que los llevará al cielo, según él. Y no esconden nada. El edificio del Parlamento de la Unión Europea nos dice a gritos, que ese parlamento pretende dominar el mundo entero. Lo dice en la forma de su edificio y lo dicen en sus logos, en los cuales han puesto la imagen antigua de la torre de Babel y le han agregado una grúa, indicando con ello, que lo que quedó pendiente en Babel, se terminará con la Unión Europea.
La Unión Europea se ha ido extendiendo hacia América y a otros continentes para conformar el “nuevo orden mundial”.
Ese Nuevo Orden Mundial afirma la existencia de un plan diseñado con el fin de imponer un gobierno único, con una única religión, controlado por sectores elitistas y plutocráticos a nivel mundial. Este nuevo imperio, como ya lo vimos, se inició con 6 países, pero los demás países de la ONU ya se le han unido, aunque lo han hecho de manera solapada sin que los ciudadanos lo sepan. Los gobiernos han sido obligados a unirse, porque si no lo hacen, no se les concederán créditos a través del banco mundial.
El PRINCIPE ANTICRISTO
Tenemos a Israel y tenemos el imperio romano renovado ¿Qué nos falta? Nos falta el príncipe: un líder carismático e inteligente, que lleve las riendas de este imperio.
La crisis económica mundial y el crecimiento de armas nucleares, hacen necesario la aparición de este líder, para que logre estabilizar la economía mundial, el desarme y la unión religiosa o ecumenismo que divide a los pueblos. Este líder mundial es que se conoce como el ANTICRISTO que saldrá del imperio romano. Sin embargo, ser del imperio romano no significa automáticamente que el anticristo sea italiano, lo que significa es que debe venir de uno de los países que formaron el Imperio romano de los tiempos de Jesús.
Según los historiadores, los países que formaron el imperio romano fueron Portugal, España, Francia, Bélgica, Países bajos, Alemania, Suiza, Inglaterra, Gales, Italia, Austria, antigua Yugoslavia, Grecia, Bulgaria, Rumanía, Turquía, Irak, Líbano, Siria, Israel, Jordania, Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos.
Sin embargo, no es necesario que el anticristo nazca en uno de estos país, lo que importa es que su sus antecesores hayan nacido en una de estas tierras. Algunos dicen que es Obama, otros que es el Papa Francisco, otros que es el Príncipe de Gales. Lo cierto es que no lo sabremos hasta que se confirme el pacto de paz con Israel y en ello trabajan a toda prisa tanto el Papa Francisco como Barak Obama.
Ahora, tome en cuenta, que en julio del 2013, mediante la mediación de Obama, se inició el acuerdo de paz con Israel, el cual, según los términos de Obama, debe ratificarse pronto, con la amenaza a Israel de que si no firma el tratado, USA quitará su apoyo y permitirá que sus enemigos lo ataquen. Recordemos que durante casi todo el 2014, Israel estuvo en guerra con Palestina. Pero de pronto se llegó a la calma. Esto es así porque hay un pre acuerdo de paz que fue conseguido por la intervención de Obama y el Papa Francisco.
Esto puede darse en cualquier momento. Así como en diciembre 2014 nos sorprendieron con la reanudación de relaciones entre USA y Cuba, algo que nadie sabía que se estaba gestando, así seremos sorprendidos con la firma pública de paz entre Israel y sus enemigos. Es algo que ya está conversado, que ya está gestado. Solamente falta la confirmación. Se está trabajando en los ajustes. Israel debe ceder en algunos puntos y Palestina en otros. Es todo lo que falta. Además, en el mes de octubre del 2011, Palestina fue reconocida como Estado, por la UNICEF, organismo internacional de ayuda humanitaria. Al darse este reconocimiento, el señor Obama dijo, que al menos que Palestina firme el tratado de paz con Israel, USA no la reconocerá como estado y quitó la ayuda que daba a ese organismo, como presión para que esto se suceda.
Desde el 2011, el señor Obama se ha dedicado a visitar Europa y Asia, en busca del apoyo necesario, para la firma del tratado de paz, lo que se ha convertido en lo primero de su agenda internacional y toda una obsesión personal. El presidente de Palestina ya aceptó que quiere la paz, que todo depende de Israel. Por su parte, el papa Francisco se ha convertido en un pilar de mediación enorme.
El papa visitó Jerusalén y visitó Palestina en mayo 2014 en busca de la anhelada paz. Y en un encuentro histórico, el papa Francisco recibió el 10 de junio 2014 en el Vaticano al presidente de Israel Shimon Peres y al líder palestino Mahmoud Abbas y, tras realizar una oración por la paz en el Medio Oriente, instó a "derribar los muros de enemistad y tomar el camino del diálogo".
Es posible, que el pacto permita a Israel reconstruir el Templo de Salomón, a cambio de un desarme nuclear, porque la profecía dice que a la mitad de la semana de siete años (Daniel 9:27), el anticristo romperá el pacto y pondrá fin al culto y al sacrificio que se habrá reiniciado en el Templo por los judíos.
Lo que viene después, es un periodo de horror y destrucción sin precedentes en la historia de la humanidad, es lo que se conoce como la gran tribulación, que finalizaría con la segunda venida de Cristo a la tierra, lo que está detallado muy bien en el libro del Apocalipsis. De eso hablaremos en la siguiente entrega.